España es un país con sus virtudes y sus defectos, como cualquier otro, pero lo que más nos distingue entre los demás países es una envidia malsana ante los éxitos ajenos. Cuando alguien triunfa en España muchos españoles  se corroen en sus entrañas aunque dicho triunfo sólo traiga miseria al envidiado triunfador. España ha olvidado a sus héroes, los ningunea sin recato y les desprecia todo su valor. El sitio de Baler (1 de julio de 1898-2 de junio de 1899) creó una página ejemplar de heroismo. Fue un asedio al que fue sometido un destacamento español por parte de los filipinos insurrectos en la iglesia del pueblo de Baler, en la isla filipina de Luzón, durante 337 días. 

En 1945 se llevó al cine una historia del sitio bajo el título Los últimos de Filipinas. La historia partió de un guion radiofónico de Enrique Llovet y de otro de Enrique Alfonso Barcones y Rafael Sánchez Campoy y contó con las actuaciones de Armando Calvo. En 2008 se volvió a llevar de nuevo a la pantalla en la película Baler, del director filipino Mark Meily con la actuación de Phillip Salvador. En diciembre de 2016 se estrenó la película 1898: Los últimos de Filipinas, dirigida por Salvador Calvo protagonizada por Luis Tosar.

Esta última versión fue muy criticada por su tono derrotista. Parece ser que causa vergüenza la hazaña de esos soldados heroicos que resistieron el asedio durante 337 quedando invictos. Cuando acabó el sitio los soldados filipinos les hicieron el paseillo en su honor. El teniente comandante Saturnino Martín Cerezo tuvo gran reputación en su tiempo... en el extranjero. Su libro sobre estrategia militar se estudia en las academias militares estadounidenses.

 

 

En España se le tuvo como un pobre hombre al que compadecían y al resto de los supervivientes de Baler se les trató igualmente. Esa situación contrasta con los héroes de El Álamo, Texas, año 1836, cuyo sitio duró 13 días y donde fallecieron todos los defensores de esta abandonada misión. Sólo se salvaron las mujeres, los niños y los esclavos negros.

Se han rodado muchas series y películas sobre El Álamo y sus jefes son considerados grandes héroes pese a que Jim Bowie murió días antes por enfermedad, el Teniente Coronel William Barret Travis asomó la cabeza por un muro y recibió en balazo accidental al principio de la batalla final y Davy Crockett se escondió con las mujeres y declaró ante el general Santa Anna que el no tenia nada que ver con el conflicto, que pasaba casualmente por allí. Malas lenguas han publicado que se había vestido de mujer pero aquí no decimos nada al respecto.

Crockett era muy popular en los Estados Unidos gracias a unas novelas baratas que le adjudicaban hazañas inverosímiles como que venció a variios osos en combate siingular. Los estadounidenses siempre han sido ases en la propaganda, algo que los españoles nunca hemos sabido dominar. Así se escribe la historia de unos y de otros.

A los 103 años se nos fue el gran Kirk Douglas, excelente actor y pésimo director de cine. No todo iban a ser flores en su larga carrera con títulos tan memorables como El compromiso (en la foto junto a Faye Dunaway), las geniales Los vikingos, Espartaco, Ulises, 20.000 leguas de viaje submarino, El gran carnaval, y muchas más maravillas que nunca terminaríamos de enumerar. Trabajó en España varias veces, muy buen tipo aunque algunos le acusaran de egocéntrico.

Se ha hecho público su testamento por el diario Mirror que ha desvelado las últimas voluntades del penúltimo intérprete más longevo de Hollywood (tras la actriz Olivia de Havilland). El tabloide ha dado a conocer que 51 de los 61 millones (56,3 millones de euros) de la herencia de Douglas se repartan entre distintas entidades benéficas, entre ellas, la fundación que lleva su nombre y que él mismo creó junto a su mujer Anne Buydens. 

Ha sorprendido que excluyera a sus hijos ya suficientemente ricos y que no necesitan ampliar su patrimonio familiar. Muy buena decisión. Dar a quien más lo necesita. Buen tipo Kirk Douglas, donde estés te deseo lo mejor del mundo.

Mucho se ha hablado de la política de subvenciones del cine español y de su fracaso en el cual se ha insistido tozudamente. Parece ser que se ha insistido en este fracaso por algún extraño interés. Tanto el Estado español (la Administración me refiero) como las Comunidades autonómicas, como Cataluña, han repartido dinero público alegremente en películas que no se estrenan porque no interesan a nadie,

Nos encontramos ante un pozo sin fondo por el que ha desapareciido numeroso dinero público de todos los españoles, los ciudadanos que han pagado sus impuestos sin recibir nada a cambio, Recuerdo en 1988, un festival donde programaron un film innenarrable que en 30 minutos vació la sala dejándola completamente vacía. Su autor en una rueda de prensa justificó la política del Ministerio que le había financiado su proyecto. "Todo va muy bien, todo va mejor que nunca, y el que quiera hacer cine industrial que pida subvenciones al Ministerio de industria".

Yo no quiero hablar mal de nadie porque no es mi estilo pero resulta extraña su respuesta. El comité que presentaba los proyectos esta presidido por él propio realizador que se había premiado a sí mismo.

Esta política sólo tiene dos posibles explicaciones. La Administración es estúpida o es deshonesta. Yo me inclino más por lo segundo. Hay mucho caradura en el cine español que han llevado a nuestra paupérrima industria al colapso.

Deshonestidad ya la había durante el franquismo y régimenes anteriores. La ha habido siempre. Pero la de esta democracia no tiene parangón. ¿Qué se pretende? ¿qué se busca con tanto desatino? El gran beneficiado ha sido el cine de Hollywood que ha eliminado a sus competidores hispanos y los receptores de tanto dispendio injustificado.

 

Muchos problemas de la sociedad actual son para mí innecesarios. Los conflictos de mi tierra por ejemplo son inventados para justificar, mediante una espesa cortina de humo, sus errores y desaciertos. Nuestros gobernantes son sólo unos pijos que buscan justificarse reescribiendo la historia, creyendo que tal vez así los hechos hayan transcurrido según sus intereses actuales. Por ese motivo tenemos problemas donde no los hay, problemas que nos lastiman y perjudican.

Así que nos creemos importantes por alterar los libros de historia cuando en realidad no somos nada relevantes nos guste o no. Tergiversar la historia sólo aumenta nuestra ignorancia. El problema no es nuevo, es ya muy viejo. Es un método que utilizó Stalin en la Unión Soviética y fracasó con estrépito. Es un método que no funciona, que envenena la población y que hace mucho daño.

Nuestros políticos son letales, son veneno. Debemos huir de ellos y nunca hacerles el menor caso. Su labor es solucionar problemas y no crearlos. Pasemos de su empozoñamiento.